sábado, 14 de abril de 2018

Agua, gravedad y tiempo (9 de junio de 2015)

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Tengo varios vasos acumulados al lado y lado de la cabecera de la almohada. Ahora sólo dos. Otro día detallé en uno de ellos que estaba lleno de polvo estelar... Todas esas minúsculas partículas volando en el aire compuestas por desechos de algodón, pelitos y piel muerta jugando a ser atrapada por un vaso de vidrio y mecidas por el viento que se cuela por las claraboyas, el resto caerá en todo el piso y bajo el vaso habrá quedado un circulo limpio, intacto. El piso de mi habitación me recuerda siempre que somos seres en vía de descomposición y extinción, no tenemos la fortuna de las bolsas de plástico, infortunio de la naturaleza, no somos lo suficientemente efímeros para frenar el daño.
Vivo mas cerca del suelo y con ello mi conciencia de muerte pareciera acentuarse. En Quibdó no he comprado una cama y si lo hiciera seria muy baja...algunas voces conversan conmigo...
O rapariga! Tira a miuda do chão que pode apanhar una alergia...tens de arranjar una cama mais alta...
Nosotros vivimos en casas altas porque los espíritus malos (jai) acechan en las partes bajas: inundaciones, zancudos, humedad y serpientes...
Que calorrrrr insoportable, es el calor de este eterno verano que me obliga a ir al suelo para refrescar mi espalda, el suelo desnudo y duro, reparador...refuerzo con el ventilador y al día siguiente el dolor en el rostro. Por aquí, sin embargo, no ha parado de llover, pero ese eterno verano es inolvidable...
Siempre el suelo y el golpe, la ultima caída del cuerpo, diferentes gestos e imágenes saltando en las partecitas que se desintegran y revientan con la velocidad de 6 balas... Cuantas madres, hijas, amores e historias se escaparon en ese instante en el que querías que todo fuera eterno? La agonía tal vez es eso, ver que la vida se te escapa y no puedes hacer nada para frenarlo. Burbujitas de sangre que una cabeza y una nariz contra el suelo quieren retener y no pueden, la mirada en lo profundo hacia los pies de todas las personas que desde arriba observan y murmuran mientras el policía dice: "aquí no pasó nada, esto no es un espectáculo" y yo aprendo la lección y respiro "no es mi hermano". Aquí no pasó nada. La atracción del suelo. "Acostarlo" dicen los sicarios por aquí en Colombia, en la normalidad con que asumen "su trabajo" infame o en algún tiempo lo decían, esas jergas cambian tan rápido como los diseños y capacidades de los smartphones. Cuestión de moda y eficacia. Fast food. Pero aquí es diferente, muerte lenta es la descomposición que se acumula en mi vaso de agua, pelitos y motitas de algodón que solo la sutileza del trabajo de una aspiradora logran percibir. Otro vaso tenía un resto de seven up, y una larga caravana de hormiguitas hacen fila tras esa montaña transparente apetitosa. Eternas recolectoras ahora caminan sobre mis sabanas reforzando su dieta. Dos vasos iguales, dos bebidas diferentes, dos conexiones distintas. El vaso de la espera y el de la vida efímera. Ayer puse por fin el botellón de agua en su lugar, y hoy como antes desde el tiempo en que ocupo este apartamento, con las rutinas propias que han diseñado mis movimientos en el, me levanto a la 4 de la mañana después de la lectura, cojo uno de los vasos y camino en la oscuridad deslizando mis manos sobre las paredes del pasillo para no chocar, tanteo la llave y lo enjuago, le doy un giro a la tapa, y a oscuras, mido con mi dedo índice un centímetro antes de que el agua se derrame. Tacto y humedad. Entre cuatro y cinco de la mañana seguro ya ha pescado su primer grupito de polvo de estrellas, mientras escribo en la incomodidad de esta pantalla.

La línea azul


Todos los días a las 7.00 am levantados. Todos los días a la misma hora ya no suena el despertador sino el teléfono móvil. Todos los días a la misma hora me empeño en reproducir y fabricar este mundo que me limita y me abre ventanas y puertas. Entre mi puerta y la puerta está el calor. Entre la puerta y la puerta está lo trazado y lo conocido en el afán de las personas -en las velocidades de sus cuerpos y en el esmero del objetivo a conseguir- o la deriva de quien ya no los tiene y simplemente vá. En la puerta y después del paso obligatorio ella va y se sienta. Se sienta por fuera de la línea azul y es corregida. Tiene un mes- tenemos- de persistentes correcciones, en la hora precisa y en el espacio preciso. A la misma hora, los tres caminan como cuerpos coordinados. Hoy se ha sentado sobre la línea azul, me da alegría, pero también una profunda tristeza.
Las ventanas parten nuestros cuerpos y dividen nuestros rostros en pequeños cuadritos, en el que los ojos se asoman, otra vez como entre ventanas, brillantes y derritiendose en el frío, con las manos en el aire se despiden, los besos vuelan, se delizan desde la palma de nuestras manos hasta sus pequeños rostros, nos hemos quedado allí, hasta el final de este ritual diario y de sentimientos encontrados, que se cierra cuando la puerta se cierra. Algunos vemos como vuelan, algunos vemos como en el acto de volar, también son recortadas sus alas. La línea azul la esta esperando. Y yo espero, para ver como es pintada en mil colores, transformada en un bello óvalo o en cualquier forma inimaginable.

martes, 5 de julio de 2016

Doña Marula



Sábado 19 de octubre de 2013

Se llama doña Marula, ella con la mirada perdida me aclara que es en realidad Maruja, pero en su cédula se equivocaron y le pusieron Marula. Quizás esta haya sido la primera omisión y forma de agresión que experimentó doña Maruja por parte del Estado. O tal vez la primera forma en que fue moldeada por la violencia institucional. Es una mujer como de 60 años de edad. Tiene el cabello liso y sus arrugas son como diminutos surcos plegados uno sobre otro y labrados en su piel con olor a campo y a montaña y a sol de la primera mañana. Estamos sentados en una banca larga de madera o un pedazo de tablón extendido como de tres metros de largo que descansa sobre dos ladrillos ubicada justo antes de entrar, en el patio de la casa en donde la mayoría de campesinas de esta serranía reciben las visitas antes de hacerlas entrar a su casa. La banca de tamaño generoso, como un gigante ya extinto, parece estar dormida aun a la espera de los visitantes que ya nunca volverán. Huele a humedad. Detrás de mí, como espaldar, se encuentra una mancha verdusca y húmeda, me doy cuenta que es la pared del baño. Doña Marula espera a su hijo… y también espera entender por qué ya no la acompañará en las madrugadas, y ahora en sus días eternos. Su piel se sigue secando con el sol de estos días interminables. El sol también ha hecho brotar un par de flores justo al lado del baño húmedo, entre la pared y el inmenso verde.

domingo, 18 de enero de 2015

Deseos


Imagen aquí

Los deseos de Isabela para el 2011: que no haya más inundaciones, que una bola de fuego no arrase el planeta, que no haya más guerras. Un billete aéreo para Colombia y otro para París.
Fin de año 2010

Calendarios egipcios y mayas - Imagenes
Imagen aquí

Quizás si no actualizáramos cada fin de año y repitiéramos ritual tras ritual, guayabo tras guayabo, feliz año tras felíz año, cada 365 días, que hay algo que efectivamente termina, tendríamos menos oportunidades de creer que algo puede ser cambiado y que hay un tiempo nuevo que nos ofrece mejores oportunidades para realizar nuestros deseos. ¿Cómos sería nuestra idea de tiempo y de nosotros en el tiempo?

sábado, 25 de diciembre de 2010

Pare


Le he insistido para que tire todas esas cosas viejas que se empeña en guardar y en recoger de la calle (no sé con qué derecho le hago esta exigencia puesto que yo hago exactamente lo mismo). Hoy he entendido que no es tan fácil deshacerse de toda esta basura, no es sólo basura. Me ha dicho que todas estas pequeñas cosas son su compañía, me ha dicho que todos los días se levanta y comienza a buscar entre todas ellas algo especial que le ocupe sus días de soledad. Me ha confirmado que si tuviera todo completamente limpio, vacío, no sabría qué hacer con tanto silencio y soledad. El padre está sólo y lo único que puedo ofrecerle es la promesa de que nunca volveré  a insistirle para que tire las cosas viejas que día tras otro repara y desbarata para quemar sus días. Tampoco yo estoy dispuesto a ocupar el lugar de ellas.

Cementerio

Tenía una deuda pendiente. Los dos se fueron sin que yo pudiera hacer nada. Es domingo. Son dos hermanos, cuya inocencia perdí hace diez años. Con ella también se fue un poco de mi vida, de mi padre y quizás también un poco la de mi madre y la de  mis hermanos. La última vez que los vi estaban sudorosos, juguetones,  entonces eran unos niños sin la marca fuerte de la guerra. O ya la tenían pero aún no había huellas en su piel, sólo un destino mortal, una mueca que desdibujaba ya sus pequeños pasos, un acecho, en la esquina, en su pequeño colegio. El padre tenía la guerra en su cuarto, lleno de polvo, de sus zapatos, de su motor lacerante rodando una y otra vez. Siempre soñó hijos para la guerra y los tuvo. Los tuvo y después ya no los tuvo como todos los hijos que se sueñan para la guerra. Las imágenes se instalaban en sus paredes, amenazantes. Decía que había que acabar con todos, pero ya alguien también imaginaba como acabar con los suyos. Su cabello está totalmente blanco largo, un largo infinito, como cuando ya no es necesario detener nada. Me levanto aprisa de esta cama que no es mía, me baño y me extraño bajo el agua. Huyo a pesar de la insistencia para quedarme. Camino por el parque junto a estos árboles cuya pequeña imagen hace diez años me cubría un domingo, como hoy. Están floridos de un violeta profundo, se mecen con el viento de domingo. Al lado la basura de la última noche de sábado donde los mortales han dejado todo, sus hígados, sus muertos callados por la estridencia de esta música infernal que no deja descansar los cuerpos. Las botellas vacías, son arrastradas por el desdén de este hombre medio zombie que barre los restos de estos cuerpos derretidos, pedazos de naranja, limón y cristales rotos. Es domingo. Él también está muerto. Disimula un poco e intenta esconderse detrás de la delgada escoba, es imposible, allí también será encontrado. Continúo mi camino y llego sin brújula pero certero al kiosco de la prensa local. Como de costumbre son los mismos dos diarios. El hombre de sombrero me dice que no le alcanza el dinero para devolverme el cambio, me dice que después puedo pagarle. En otro lugar jamás sería así. ¿Cómo sabe él que volveré? Hoy iré a visitar a los dos hermanos.

martes, 10 de agosto de 2010

Pendurado


Hoy desperté con esa extraña sensación de estar pendurado, en un resorte que se comprime y se expande, aferrado a un presente, que de tan presente, es difícil comprometerse con algo más duradero. Me pregunto si quiero que algo sea llenado, en un momento en que todo es incompletud.

domingo, 8 de agosto de 2010

Domingo

Escuché otra fuerte explosión, y como en otras èpocas de alerta, salí a mi ventana para ver lo que ocurría: al parecer nada, el papá le decía algo a su hijo mientras terminaba de lavar su carro y el frente de su casa con una manguera, un domingo de absoluta paz. Una hora y media después, en la frutería, un tipo grita histérico por la radio - intentando convencer a las personas para que estén tranquilas, sin mucha fortuna - que hace hora y media ha ocurrido una fuerte explosión pero que por fortuna no ha afectado ningún municipio en un perìmetro de 100 kilòmetros . Ahora entiendo que hacen los tres tipos sospechosos en la frutería con esas mezclas extrañas de prendas militares, chalecos reflectivos y un bolso de tela a punto de reventarse por sus costuras más frágiles. Han dejado estacionadas sus tres motocicletas en la entrada, los tres cascos están pendurados en los respectivos manillares y parecen listos a la acción. Me parecía demasiado tierna la frutería para su dureza.

sábado, 5 de junio de 2010

conexiones

¿qué estamos intentando hacer, o mejor, qué nos está haciendo hacer? andenes partidos y desniveles, iglesias con sus ofertas de salvación, semáforos domando automovilistas, calor de 40º C, camisetas cortas, zapatos nuevos con plantillas que se deslizan hacia el talón, músicas y colores por todos lados, votaciones, estados con sus ofertas de emancipación, emociones contenidas por organizaciones, emociones liberadas por bares y alcohol, 4 cursos de seguridad, 13 municipios, una tesis doctoral, 4.000.000 millones de desplazados internos, un nuevo trabajo, dos amores a 9.000 km de distancia y un grande oceano que nos une, y más alla un universo, o un puzzle local por armar, yo: una pieza con una pequeña muesca en su lado izquierdo que conecta con algo.